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El comunismo (del latín communis, «común, compartido»)[1] es un sistema político y un modo de organización socioeconómica, caracterizado por la propiedad en común de los medios de producción, así como por la inexistencia de clases sociales, del mercado y del Estado.[2][3][4][5][6][7]
El comunismo incluye una variedad de escuelas de pensamiento. La visión filosófica de una sociedad comunitaria tiene antecedentes hasta la República de Platón y en los primeros cristianos (comunismo primitivo).[1] El comunismo, como proyecto de socialización de los medios de producción, surgió en el siglo XVI, bajo la forma de diversas teorías económicas basadas en el colectivismo agrario. Las más conocidas fueron la obra Utopía, de Tomás Moro, Ciudad del Sol de Tomás Campanella[1] y la ideología revolucionaria babuvina, que derivó del movimiento jacobino de la Revolución francesa.[8] El ideario comunista se convirtió, a comienzos del siglo XIX, en un complejo proyecto económico, gracias a las diferentes corrientes del llamado socialismo utópico, del anarquismo y de las ramas obreras del socialismo y comunismo cristiano.
El más conocido de estos movimientos fue el socialismo científico de los pensadores alemanes Karl Marx y Friedrich Engels, bajo la cual la organización Liga de los justos sería rebautizada como Liga de los Comunistas. Ambos autores escribieron en 1848 el Manifiesto del Partido Comunista. Por la influencia de su obra, el movimiento comunista adoptó una interpretación revolucionaria de la historia y la forma de partido político, convirtiéndose luego en una organización internacional unificada bajo las tesis marxistas.
Según el marxismo, la historia es entendida como una lucha de clases permanente, cuyo inicio se debe a la aparición de las diversas formas de propiedad, las cuales estratifican a la sociedad de acuerdo a sus relaciones de producción, explotadores o explotados (dialéctica amo-esclavo). Estas relaciones generan, con el tiempo, las condiciones para ser reemplazadas por otras formas de explotación y una nueva clase dominante, en una secuencia revolucionaria de nuevos modos de producción. En el capitalismo, las dos principales clases son el proletariado (clase trabajadora), que constituye la mayoría de la población y vende su fuerza de trabajo a cambio de un salario; y la burguesía (clase capitalista), que constituye una pequeña minoría que obtiene ganancias a través del empleo de mano de obra asalariada (plusvalía) mediante la propiedad privada de los medios de producción. Sin embargo, el modo de producción capitalista genera una serie creciente de crisis cíclicas que solo pueden ser resueltas con una revolución proletaria, la que requiere a su vez, de la construcción del socialismo y finalmente del comunismo.[9] Para llegar a este fin, debe organizarse un partido comunista que conquiste el poder político y pondría a la clase trabajadora en el poder, a su vez que establecería la propiedad social de los medios de producción, que es el elemento principal en la transformación de la sociedad hacia el comunismo.
A lo largo del siglo XIX, los términos «comunismo» y «socialismo» se usaron como sinónimos.[10] No fue sino hasta la Revolución Bolchevique que el vocablo socialismo llegó a referirse a la «primera fase» del modo de producción comunista.[11] Tanto Karl Marx[12] como Vladímir Lenin[13] prevén los siguientes períodos o fases:
El período de transición terminaría cuando desaparecen las clases sociales, lo cual lleva a que el Estado, entendido como una herramienta de dominación de la clase dirigente sobre la otra, deba extinguirse como forma de reglamentar internamente la sociedad.[10][12][16] Existen discrepancias cruciales entre las diferentes corrientes del marxismo, en especial por parte de intérpretes bolcheviques y no-bolcheviques de las tesis de Marx,[17] así como también posiciones críticas encontradas desde fuera del marxismo sobre la continuidad o no entre Marx y Lenin,[18] respecto a cuál debería ser la forma de producción, el rol del Estado y, en general, la naturaleza de cada una de las fases de desarrollo del comunismo (ver Anarquismo y marxismo). Otras formas de comunismo no marxista son el anarcocomunismo (Piotr Kropotkin), bakunismo (Mijaíl Bakunin), comunismo de consejos, eurocomunismo, etc.
Junto con la socialdemocracia, el comunismo se convirtió en la tendencia política dominante dentro del movimiento obrero internacional en la década de 1920.[19] Si bien el surgimiento de la Unión Soviética como el primer «Estado socialista» del mundo llevó a la asociación generalizada del comunismo con el modelo económico soviético y el marxismo-leninismo,[20][21] algunos economistas e intelectuales argumentaron que en la práctica el modelo funcionó como una forma de capitalismo de Estado,[22][23][24] o una economía administrativa o dirigida no planificada.[25][26] Los «Estados comunistas» actuales son cinco: la República Popular China (maoísmo y dengismo),[27] Corea del Norte (juche),[28] Laos (pathet Lao),[29] Cuba (castrismo)[30] y Vietnam (doi moi).[31] Sin embargo, ninguno de estos países cumplen con la definición de comunismo y su compromiso con la abolición del capitalismo es discutible.[1]
La crítica del comunismo se puede dividir en dos grandes categorías: la que se ocupa de los principios y la teoría comunistas, y la que se ocupa de los aspectos prácticos de los Estados comunistas del siglo XX.[32][33][34]